La vida útil efectiva de cualquier edificio suele alcanzar los 70 u 80 años antes de someterse a una rehabilitación profunda, al margen de los mantenimientos periódicos a los que se ha de someter, por lo que construir de manera sostenible, con tecnología enfocada a la eficiencia energética, hará que nuestros edificios sean mucho más rentables a lo largo del tiempo.
La clave está en la optimización eficaz en el ahorro energético que se puede alcanzar al construir o rehabilitar un edificio según los estándares Passivhaus, siempre un paso por delante a la normativa actual, mejorándola principalmente en los aspectos concernientes a la sostenibilidad.
Son este tipo de edificaciones las que más se aproximan al concepto de casa pasiva, o la denominación genérica más aceptada en los últimos tiempos, “EECN” (edificios de energía casi nula), considerados la vivienda del futuro, y que deben cumplir unas características muy exigentes en cuanto a consumo energético, y, en consecuencia, en cuanto a potencial ahorro de energía.
Para ilustrar este artículo hemos seleccionado para su estudio una vivienda pasiva en Madrid, construida por PentaVEP bajo el estándar Passivhaus, concretamente en Villalbilla, es la misma vivienda que podéis ver en las imágenes.
Esta vivienda consta de una zona de acceso, 2 habitaciones, 2 baños y una zona conjunta con la cocina y el salón. En total se disponen de 105m² construidos, y una gran terraza ya fuera de la envolvente térmica, está orientada suroeste/noreste de manera que tiene una amplia superficie de captación solar.
Para poder llegar a unos resultados óptimos se definió el proyecto concienzudamente, valorando individualmente y en conjunto todos los elementos que afectan al ahorro energético y al confort de la vivienda, utilizando durante la fase de proyecto el software de cálculo PHPP, creado por el Passivhaus Institut para poder valorar los balances energéticos. Igualmente, durante la construcción se realizaron pruebas periódicas para para corregir los posibles errores.
Una de las principales características que una casa pasiva debe cumplir, es que la demanda específica de calefacción no supere los 15 kilovatios por hora y metro cuadrado al año (kWh/m²*a).
Una vez introducidos los valores del tipo de clima dónde se encuentra el edificio, geometría, material y transmitancia de las carpinterías, tipo de ventilación que se va a instalar, orientación de las fachadas, parámetros de la envolvente térmica, etc, se obtienen un resultado de demanda de calefacción de 12,9 kwh/m²*a, como vemos por debajo del máximo admitido por el estándar Passivhaus y muy inferior a las exigencias del código técnico de la edificación.
Se busca una situación ideal en la que, con la energía proveniente de la luz solar en forma de energía calorífica gratuita pasiva, la que producen los aparatos eléctricos y el calor que desprenden los habitantes de la casa, sumado todo ello a una pérdida mínima de energía, sea suficiente para mantener la casa a una temperatura de confort durante gran parte del día.
Cabe destacar que la construcción de una casa pasiva, o edificio de energía casi nula, exige alcanzar otros parámetros que afectan a la eficiencia y al consumo energético y la realización de otros cálculos y pruebas. En concreto la prueba de hermeticidad, o blower door, ofreció unos resultados de 0,58 1/h (renovaciones hora), por debajo de los 0,6 1/h establecidos por el Passivhaus Institut.
Para analizar concienzudamente el potencial ahorro energético debemos estudiar los costes de la edificación, ejecutada bajo los parámetros Passivhaus, y compararlos con su coste en construcción tradicional.
Teniendo en cuenta los datos obtenidos en el estudio de los costes podemos estimar una amortización de la vivienda y una rentabilidad.
Cómo podemos ver, a consecuencia de los 1.252€ de ahorro energético anual tardaríamos sólo 7,8 años y medio en rentabilizar el sobrecoste que supone invertir en una casa pasiva, y a partir de ese momento, la rentabilidad obtenida sería muy superior a la de cualquier depósito bancario. Demostrando ser una inversión más que justificada. En cualquier caso, estos datos son distintos para cada vivienda, habiendo obtenido en algunas viviendas rentabilidades de hasta el 23% en el estudio de costes y una amortización de sobrecostes por debajo de los 4 años.
Gracias a todo esto, en multitud de países se estén creando iniciativas para reducir el consumo energético, y no solo eso, sino que, al potenciar esa optimización del consumo de energía, se está consiguiendo que la media de energía total anual consumida se reduzca considerablemente.
La apuesta por la construcción de casas pasivas es un adelanto muy importante para el desarrollo humano en, y si cada país, ciudad o región emprende iniciativas pro-energéticas, será mucho más sencillo cuidar el medio ambiente y promocionar todo tipo de construcciones que por sí solas regulen el consumo de energía total anual.
Uno de los factores más determinantes a la hora de construir una casa pasiva, es la adaptación al clima de cada lugar, no es lo mismo el clima de las Islas canarias que el de Galicia, y aun así en ambas regiones la construcción de casas pasivas maximiza el rendimiento de ahorro energético.
Las actuaciones que hay que realizar en un edificio para que funcione realmente como una casa pasiva, podrían simplificarse en los siguientes puntos:
En condiciones normales de clima peninsular, el aislamiento térmico mínimo sería de unos 200-300 milímetros de espesor.
Vidrios de doble o triple aislamiento y con composiciones bajo emisivas, habiendo una amplia gama en el mercado.
Carpinterías realizadas con perfiles con una baja transmitancia térmica, garantizando que los huecos de fachada tengan un aislamiento acorde con el resto de la envolvente térmica.
Evitar los puentes térmicos, el aislamiento debe ser continuo en toda la envolvente y extremar las precauciones entre los encuentros de cubiertas, suelos, ventanas y fachadas.
Instalaciones de recuperación de calor, optimizan las condiciones de ahorro energético, al controlar la renovación del aire del interior en relación al exterior.
Aislar térmica y herméticamente cada hueco susceptible de generar pérdidas ayuda a aumentar el ahorro energético. En pequeños rincones como enchufes, cajas de persiana, y hasta en las perforaciones producidas por un clavo hay que actuar, sólo de esta forma el edificio aumentará su hermeticidad, reduciendo considerablemente las renovaciones e intercambios energéticos con el exterior.
La orientación del edificio debe ser óptima dentro de sus posibilidades, beneficiándose al máximo de los aportes de energía solar.
Los electrodomésticos de bajo consumo también ayudan enormemente a aumentar el ahorro de energía, hay que intentar instalar los más eficientes.
Aleros, toldos, pérgolas, las distintas protecciones solares y realizar ventilaciones naturales cruzadas ayudan a mantener la temperatura y el confort interior de la vivienda.
Las estrategias de ahorro energético que se emprenden en los edificios tienen como objetivo aumentar el bienestar interno de la vivienda y mantener el confort en toda casa pasiva en cualquier clima de España.